martes, 13 de octubre de 2009

KITCHEN

Fue cuando murió la madre de Yuichi. No yo, sino la que le dio a luz, mi esposa, cuando yo era un hombre. Ella tenía cáncer. En esa época nos queríamos mucho.

“Quiero algo vivo en la habitación”, dijo un día mi esposa. “Algo que tenga vida, que tenga relación con el sol. Una planta…sí, cómprame una planta que no necesite muchos cuidados.” Mi esposa no pedía nunca nada, por eso me sentí muy contento de que se portara como una niña mimada, y fui corriendo a una floristería. Yo era un hombre típico. Aún no conocía plantas como el ficus o la planta de Pascua. Le compré una palmera de piña. La llevé en brazos al hospital y mi esposa estuvo tan contenta que me dijo “gracias, gracias…” muchísimas veces.

Cuando la enfermedad entró en fase terminal, tres días antes de estar en coma, me dijo cuando yo estaba a punto de irme: “¿Por qué no te llevas la planta a casa?”. Aparentemente, no parecía estar tan enferma y, por supuesto, no le habíamos dicho que tenía cáncer, pero me lo susurró como si estuviera dictando su testamento. Yo me asusté y le dije: “Déjala aquí, no importa que se marchite”.Pero ella me dijo con lágrimas en los ojos: “No puedo regarla. Quiero que te lleves esta planta alegre que vino del Sur antes de que le contagie la muerte”.

Con la planta entre los brazos, lloraba de un modo que, siendo hombre, no pude coger un taxi a pesar de que hacía un frío horrible. Fue entonces cuando pensé por primera vez que no quería ser hombre.

Poco después murió mi esposa y la palmera se marchitó. Dejé la planta en un rincón del jardín y comprendí una cosa. El mundo no existe sólo para mí. El porcentaje de cosas malas que me sucedan no variará. No puedo decidirlo…así que es mejor tratar de ser alegre. Después de eso, como ves, me convertí en mujer.


Banana Yoshimoto

lunes, 5 de octubre de 2009

HOY SOMOS MÁS JÓVENES DE LO QUE JAMÁS SEREMOS

Así es como funciona. Eres joven hasta que no lo eres. Amas hasta que no lo haces. Lo intentas hasta que no puedes. Lloras hasta que te ríes. Te ríes hasta que lloras. Y todos hemos de respirar hasta nuestro último suspiro.