miércoles, 9 de diciembre de 2009

LO QUE NOS ENSEÑAN LOS SUEÑOS

No se ni qué quiero decir en realidad ni cómo expresarlo. Hace media hora me he despertado de uno de esos sueños tan largos, detallados y verosímiles que te cuesta convencerte del todo de que no son reales.

Lo que quiero decir es que me parece que esos 5 minutos que transcurren, justo tras haberte despertado de un sueño, son como extrañamente lúcidos. Es un momento en que tenemos mayor dificultad que de costumbre para distinguir lo que es real de lo que no lo es. Pero creo que es justamente eso lo que hace que estemos como en una situación de mayor sensibilidad ante lo que nos rodea, una situación en la que me da la impresión de que lo comprendemos todo mucho más claramente; de repente es evidente lo que es verdaderamente importante y lo que no. Cierto es que estamos confusos, pero en mi opinión en esos instantes somos vulnerables en el sentido de que estamos limpios y dispuestos a comprender las cosas de una manera más abierta y real, percibimos el sentido del día a día y nos damos cuenta de que hay muchas cosas ahí fuera que deberíamos vivir antes o después para sentirnos verdaderamente completos. ¿Pero estamos haciendo el esfuerzo suficiente como para conseguir eso que nos falta?

En esos 5 minutos escuchamos mejor al universo. Ese sentimiento extraño, a veces de felicidad, otras de infelicidad, que te dejan los sueños es un sentimiento que, probablemente porque nuestra forma de pensar cambia a los 10 minutos, también olvidamos y no volvemos a recordar en todo el día. Pero es raro porque me parece que los sentimientos extraños con los que te dejan los sueños son más intensos que la mayoría de las cosas que nos pasan durante el día. Desde luego yo rara vez siento el corazón tan rojo.

Ahora que lo tengo fresco aún, me dan ganas de enfocar mi vida de otra manera, hacer muchas mas cosas que antes no me atrevía a hacer y que se que me harían feliz, pues ahora mismo todo me parece más relativo y lo que veo con claridad que importa de verdad son los momentos de alegría desbordante que nos llevamos a la tumba.

Pero claro, para cuando salga ahí fuera entre garrulos gritones y televisiones y clases y fruterías y el tráfico y demás cosas triviales ya se me habrá olvidado cómo pensaba nada más despertarme y la tristeza que me daba el dejar las cosas pasar, y seguiré sin hacer nada del otro mundo. ¿Y para qué ha servido toda esta parrafada? Pues en parte me ha servido para darme cuenta de que no podemos perder más tiempo, ni tú, ni yo, ni nadie. Y cuando digo que no es que no.

No es que me considere apto para dar consejos, sólo soy un chancleto que no sabe ni por dónde caga el sardino... pero por alguna razón me fío de mí nada más despertarme.

Wow, hacía decenios que no escribía tal cantidad de mierda sin sentido junta, lo siento chicos! y lo peor es que me acaba dejando un tanto melancólico.…Veis? Por eso siempre corro cuando voy por la calle. Así no pienso tanto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario