domingo, 7 de febrero de 2010

CULPABLE #1

Una vez le rompí una pata a un perro multicolor. No lo hice aposta, el perro era demasiado frágil y yo estaba algo alterado y violento. Cuando me di cuenta de lo que había hecho, me aterrorizó la idea de que los demás se enteraran; los perros multicolores son una especie huidiza y muy poco común. Pero sabía que si lo escondía, el animal iría debilitándose lentamente y moriría. Aún así, movido por el temor al rechazo si los demás descubrían lo que había hecho, opté por ocultar al perro en la alacena, donde se marchitó y murió.

La culpa me persiguió hasta que mi corazón explotó como un globo aerostático en llamas. No hay razón para tratar de aparentar fortaleza. Todos saben que nuestro núcleo, así como el suyo, es débil, vulnerable y gaseoso.

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