sábado, 20 de febrero de 2010

PANDORA

¿Alguien más se siente raro después de haber visto Avatar? No sé, lo digo porque desde que la vi no he dejado de pensar en que sería genial que Pandora existiera. Es el tipo de lugar con el que solía soñar de pequeño mientras jugaba con animales y me creía Tarzán. No dejo de tener impulsos de ir a ver documentales inexistentes de 7 horas sobre la vida de los Navis y sus "quereseres" diarios.

Después de tantos siglos, se supone que deberíamos estar en la fase más avanzada de nuestra evolución, pero yo lo único que se es que todos los días voy a mis prácticas de conducir y todo lo que veo son obras, humo, edificios grises y alcantarillas, y no árboles ni arroyos ni extrañas lianas rosa eléctrico (bueno vale, a lo mejor me paso de imaginativo). La cuestión es, a lo que hacemos a lo largo del tiempo, ¿de verdad se le puede llamar "evolucionar"?

Me encantó como mostraban respeto a todas las cosas vivientes, incluso cuando tenían que matarlas. Toda la energía fluye, no puede guardarse ni poseerse, sólo puede tomarse prestada. Los Navi tienen una actitud honesta hacia todas las fuentes, algo de lo que nuestro planeta carece en gran medida. Quiero que Pandora exista. De verdad, quiero que Pandora exista y cabalgar extraños reptiles voladores y conectar la trenza con la gente. Creo que es posible que James Cameron haya añadido algún tipo de droga a las gafas 3D.

Otra cosa que me impactó mucho muchísimo muchérrimo fue cuánto odiaba a los humanos de la película. Ya se que es algo muy ingenuo porque se trata de la magia del cine y la perspectiva que quieren que adoptemos, pero aún así me recuerda a la gente que simplemente pasa del tema y destruye el mundo de sus hijos. Y diréis vosotros, ¿qué fácil es decirlo, no? Pues sí, lo es, por eso lo digo. Es posible que mismamente mañana haga más de 3 cosas que perjudiquen el planeta. Ese es el problema. Nadie queremos hacer el daño que estamos haciendo a la Tierra... simplemente lo pensamos un instante y volvemos a nuestra tarea sin volver a preocuparnos. La intención está ahí, pero la intención no es suficiente.

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